lunes, 1 de abril de 2013

Un poco de historia: Dry Martini & Cocktail Culture


Quién iba a imaginar que una fórmula tan sencilla como la que tenemos escrita aquí a la derecha pudiera generar todo un universo a su alrededor. Quién hubiera pensado que a partir de una combinación tan simple, 1 parte de vermouth, 4 partes de gin y una aceituna, se pudiera  generar un mito que perdurara y se reciclara constantemente. Las recetas magistrales, las obras maestras, las grandes ideas son así. Simples, sencillas, transparentes, pero con la capacidad de generar infinitas interpretaciones que las convierten en gigantes.
El Dry Martini es un cóctel de contenidos. El continente que es esa frágil copa de cristal contiene innumerables contenidos: Literatura, cine, televisión, gastronomía, viajes, música, moda, coctelería, tertulias, vida nocturna, after works, encuentros, conversaciones, seducción, amores y hasta una red social.
La Historia del Dry Martini es algo controvertida. Algunos ubican su origen en San Francisco, otros en la Baja California, otros en Londres y otros en Nueva York. Personalmente me quedo con la invención de Londres ya que es la versión más parecida a cómo se consumen los Dry Martinis en la actualidad. Es lo que llamaríamos un Dry Martini Clásico. Coincide en la sequedad de los ingredientes y en las proporciones con la receta que se hizo más popular en el mundo, y fue el puntapié inicial, dada la relación del Hotel Savoy con la aristocracia inglesa, para que el Dry se convirtiera en un cocktail "elegante". 
Ya en los años 20', y en plena Ley Seca, el Dry Martini se consume como un cocktail "de puertas adentro" por la dificultad existente en conseguir un buen gin. Pese a ser una de las bebidas más destilada por los contrabandistas, su calidad era muy mala. Sólo los ricos, en sus pent-houses de Manhattan, podían darse el lujo de beber un riguroso Dry. 
Así nos lo muestra magistralmente Woody Allen en su película "La Rosa Púrpura de El Cairo", (The Purple Rose of Cairo) donde miembros de la "jet" neoyorquina del momento preparan Dry Martinis en sus piso antes de dirigirse al club nocturno de moda.




El cine y los Dry Martinis han mantenido siempre una relación entrañable, y muy duradera. Algunas veces los Martinis aparecen espontáneamente en los guiones por decisión del autor, en otros casos son llevados desde la literatura, desde esas fantásticas novelas dónde su presencia en la versión escrita hace imprescindible su traslado a la versión cinematográfica.
Como ejemplo, de 1934, y recién terminada la prohibición, tenemos dos películas basadas en novelas policiales donde el Dry es un protagonista más, convocado por el escritor Dashiell Hammett para sus obras El Hombre delgado (The Thin Man) y Sombra de los Acusados (Shadow of the Man). En la gran pantalla interpretaron los papeles protagónicos Mirna Loy y William Powell haciendo famosos al dúo de detectives Nick y Nora Charles.


Con el traslado del Dry al cine, las divas de Hollywood pasaron a ser mucho más divas con una copa de cocktail en la mano. El Dry les otorgaba glamour, elegancia, poder, picardía y hasta cierta maleficencia. Si no, preguntémosle a la gran Bette Davis en un gran clásico del cine de los 50', Eva al Desnudo (All About Eve). Su papel de Margo Channing, esa actriz demandante y despechada por la aparición de una debutante passive-agressive que está dispuesta a quitarle todo, fue, según ella misma, la actuación de su vida. Luego de jugar con la cebollita del Gibson nos dice "Fasten your seatbelts, it's going to be a bumpy night" (Abróchense los cinturones, esta noche va a ser movidita).





El Dry Martini y sus variantes como el Gibson, que lleva en lugar de la tradicional aceituna una cebollita en vinagre, iban ocupando, paso a paso pero firmemente, su lugar en la literatura y en la industria cinematográfica.
El Dry se había inventado en un hotel en Londres, pero del otro lado del Atlántico se habían apropiado de él de modo que ya parecía norteamericano. (De hecho así lo relata la versión del origen en Nueva York). Había que dar un golpe maestro para recordarle al mundo su origen inglés, londinense, británico, literario, aventurero, sofisticado y "proper".


-"A dry martini," He said. "One. In a deep champagne goblet."
-"Oui, monsieur."
-"Just a moment. Three measures of Gordon's, one of vodka, half a measure of Kina Lillet. Shake it very well until it's ice-cold. Then add a large thin slice of lemon peel. Got it?"
-"Certainly, monsieur." 

The barman seemed pleased with the idea.
-"Gosh, that's certainly a drink," said Leiter.
Bond laughed.
-"When I'm...er...concentrating," he explained, "I never have more than one drink before dinner. But I do like that one to be large and very strong and very cold and very well-made. I hate small portions of anything, particularly when they taste bad. This drink's my own invention. I'm going to patent it when I can think of a good name."

Y ahí estaba. El Dry Martini más famoso del siglo XX. Publicada en 1953 por Ian Fleming, Casino Royale era la primer novela de la saga sobre James Bond, el agente 007 del Servicio Secreto Británico.



A Ian Fleming le encantaban los Dry Martinis. Dicen que las novelas de Bond tienen algo de autobiogáfico, y sin duda en el caso de los Martinis es así. Muchas tardes abandonaba su casa en el 22 de Ebury Street para, bordeando los jardines de Buckingham Palace, cruzar por Green Park y dirigirse a su bar preferido, el del Hotel Duke's en St. James Place. Allí, el barman Antonio Pizutto le prepararía su cocktail preferido, el Dry Martini. Degustando poco a poco su copa, Fleming se dedicaría a recopilar ideas y a tareas de espionaje, para luego plasmar lo percibido en su gran personaje, James Bond.
El agente británico expandería el Dry Martini por todo el mundo. Lo convertiría en el más famoso de los cocktails, en el rey del cocktail. Si alguien pretendía ser chic en los años 50', debía tener su receta de Martini propia, su gin o vodka mejor, su bar, hotel, o barman insuperable. Y hasta su punto de frío inquebrantable. La bebida debía estar congelada antes, pasada por hielos o agitada en una coctelera. Y en 1956, en la novela Diamantes para la Eternidad (Diamonds are Forever), aparecerá la frase que identificará al Dry Martini con James Bond y con el resto del mundo definitivamente: Shaken, not stirred.
Bond pide un Dry Martini agitado porque el mundo comenzaba a sacudirse. Luego de la Segunda Guerra, insertados en la cultura de masas, los cambios sociales y movimientos revolucionarios modificarán la actitud de las personas para siempre. Son los comienzos de los 60'. Los Beatles pregonan "Twist and Shout", cuyo nombre original era "Shake it Up Baby". Es la época de la guerra de Vietman, donde inexpertos sargentos se preparan en 21 días con el sistema "Shake and Bake". El movimiento hippie agita las conciencias pregonando el amor libre y la vida en comunidad, sacudiendo la moral reinante. El mundo y la cultura se mueven agitadamente, y las cocteleras acompañan ese movimiento.



Y entonces a los martinis les llegó el product placement. A los 30 minutos de la película de 1962 "Dr No", el primer film de la saga James Bond, el agente 007 protagonizado por Sean Connery pide en su hotel en Jamaica un "shaken not stirred" vodka-martini. Esta escena será considerada por los especialistas en coctelería como un punto de inflexión en la historia del dry y el inicio de una nueva era en costumbres al utilizar vodka en lugar de gin en la manufactura del cocktail. ¿Que había pasado? ¿Por qué el cambio de una receta que había demostrado ser buena? ¿Por qué esta revolución? La marca de vodka Smirnoff, que estaba decidida a abrirse mercado en los Estados Unidos, había llegado a un acuerdo económico con la Metro Goldwyn Mayer para posicionar en las películas de James Bond su producto. Lo que se conoce en marketing como product placement. El dry martini ya no era de gin, sino de vodka, y el público norteamericano y el mundo en general comenzó a convencerse de que un martini de vodka era para vivir y dejar morir.



Hollywood se plegó inmediatamente a la nueva composición del Dry Martini. Es el caso de los integrantes del Rat Pack, un grupo de actores y actrices congregados en los 60' por Frank Sinatra para trabajar juntos en películas, conciertos, espectáculos, programas de TV, eventos políticos y hacer presión como un sindicato (¿mafioso?). Sus integrantes eran  Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford, Joey Bishop, Shirley MacLaine, Lauren Bacall, Angie Dickinson, Marilyn Monroe, Judy Garland y hasta Patricia Kennedy Lawford, la mujer de Peter Lawford y hermana del Presidente John Fitzgerald Kennedy.
El Rat Pack hacía una gran promoción del consumo de alcohol, en un país de mayoría protestante que había logrado una prohibición por 12 años. Los actores se presentaban en los shows con una copa en la mano y en las fotos casi siempre aparecen vasos y botellas de bebidas.
En la foto posterior vemos a Dean Martin "desayunando" con un Dry Martini. Lo acompañan bollos y panes con una botella de Noilly Prat y otra de vodka Smirnoff helada, la misma del product placement de James Bond.

Dean Martini: Two-Martini breakfast, 1961

Picture: © 1978 Sid Avery/mptvimages.com

La foto es parte del libro del Rat Pack, y está titulada con doble sentido "Two-Martini breakfast", haciendo un juego de palabras con el "Three-Martini Lunch", la comida de ejecutivos de la publicidad y el marketing en la que se consumían tres dry martinis.

Ante la embestida americana con el revuelo en gustos y conductas, los ingleses mantuvieron el tipo, tradicionales como siempre. Conservadores hasta la médula, no se inmutaron ante los nuevos movimientos y continuaron con la tradición de servir martinis en las películas como los que se habían servido en los 50' en Hollywood. Cary Grant era un actor inglés nacionalizado norteamericano, y había sido candidato a ser James Bond en Dr. No. Seguramente los productores Broccoli y Saltzman pensaron en él al ver su simpática interpretación de un ejecutivo de la publicidad dirigido por su devoto Alfred Hitchcock en Con la Muerte en los Talones (
North by Northwest). La película se convirtió en un clásico de todos los tiempos, ¿Que aperitivo pide el británico y elegante Cary Grant frente a la bella y sensual Ann Marie Saint durante un largo viaje en tren a Chicago? Un Gibson, el mismo que bebía Bette Davis en All About Eve. Con un estilo soberbio, es el más seductor con una copa de cocktail en la mano, convirtiendo al Dry Martini en preámbulo del deseo y del amor.


Nuestros Dry Martinis han cruzado ida y vuelta varias veces el Atlántico. En lo que parecía ser una carrera por apropiarse del cocktail, ingleses y norteamericanos lo adoptan para incluirlo en sus vidas y en sus  historias. Mientras tanto, ¿Que sucedía en el continente europeo?
La vieja Europa, mas pensante, más social, más inquisitiva, más acostumbrada al champagne, lo adopta como un cocktail chic, pero con un deje extranjerizante. Por supuesto que se bebe en los grandes hoteles de París, Roma, Madrid, Venecia, Cannes o Milán, pero siempre traído de la mano de algún extranjero notorio. Hemingway, Scott Fitzgerald, Ava Garner, Graham Greene, Winston Churchil.  Hasta que tuvo que llegar un español para dar la vuelta a la tortilla. Al Dry Martini ya no lo veremos asociado a una diva de Hollywood, o a un super agente, o a un ejecutivo seductor. Aparecerá asociado a una burguesía decadente, pedante, clasista y reaccionaria. A una clase que no ha entendido nada de la revoluciones que se han sucedido y de las que están por suceder.

El genial Luis Buñuel utiliza al Dry Martini, ¡un cócktail!, como un denunciante social para hacer una crítica moral. El alienado ya no es el trabajador explotado, el obrero enajenado por la presión económica, sino que es el burgués, enmarañado y preso en un comportamiento social elitista y fatuo.





Luis Buñuel adoraba al Dry Martini y hablaba de él con mucho conocimiento de causa. En la receta que nos da en el Discreto Encanto de la Burguesía (Le charme discret de la bourgeoisie) demuestra un dominio total del tema. Utiliza hielos congelados entre -20º y -30º y remueve suavemente las bebidas, previamente enfriadas, en los hielos, para evitar aguar la mezcla. Lo opuesto a agitarlos con el frenesí de James Bond. Por medio de su personaje le comenta a una de las damas, que si lo quiere a la moda de Nueva York en 1935, le debe agregar unas gotas de Pernod.
En su biografía escribe:

"En un bar, para inducir y mantener el ensueño, hay que tomar gin inglés. Mi bebida preferida es el Dry Martini. Dado el papel primordial que ha desempeñado el Dry Martini en esta vida que estoy contando, debo consagrarle una o dos páginas (...)"

Su receta personal la hace embebiendo hielos con unos golpes de Bitter Angostura y un chorrito de vermouth Noilly Prat. Descarta el líquido y en los mismos hielos remueve el Gordon's Dry Gin (se reconoce por los dibujos de enebro en la etiqueta).  Las maneras han cambiado un poco, pero la receta sigue siendo casi la misma que aquella de 1889 del Hotel Savoy de Londres.




Si bien la historia y los contenidos del Dry Martini parecían saturados, habiendo pasado de ser una simple receta de una bebida fuerte para un buscador de oro a convertirse en un agitador social, su capacidad para englobar historias todavía nos deparará gratas sorpresas.
Las series de televisión más exitosas tendrán siempre presente algún Dry Martini, la encantadora Karen de Will & Grace estárá siempre con un Martini de vodka en la mano, o en el caso de Mad Men, la fantástica reproducción de la vida de un ejecutivo de cuentas de la publicidad en la Nueva York de los 60's. Su éxito ha sido tan grande, que se ha editado un libro de recetas de los cocktails que aparecen en la serie, y algunos ejecutivos de Estados Unidos han comenzado a reeditar la sana práctica del Three Martini Lunch, el almuerzo con Martinis que Don Draper y su jefe/socio de Sterling & Cooper, Roger Sterling, toman habitualmente.



En el caso de Roger Sterling, el fundador de Sterling & Cooper, toma siempre Gibsons, lo mismo que toma Cary Grant en North by Northwest, que es también un ejecutivo de la publicidad. ¿Casualidad o guiño al gran Alfred Hitchcock?
De la mano de Candace Bushnell, la autora de Sexo en Nueva York (Sex and the City) las mujeres y la televisión irrumpirían estrepitosamente en la historia del Dry Martini. Estamos en los primeros años del siglo XXI y las mujeres han recorrido un largo camino, como decía la propaganda de cigarrillos Virginia Slims. Ahora son autosuficientes, deciden sobre sí mismas y sobre lo que consumen. Se reúnen entre ellas para conversar de sus temas y tomar cócteles, algo impensado en un mundo machista.  Los Dry Martinis, dirty Martini o Cosmopolitan serán sus preferidos. Ya no tienen que ser ni una diva de Hollywood ni una seductora doble agente ni estar en compañía de hombres para disfrutar de una bebida. Son mujeres normales, humanas, cotidianas y dueñas de sus deseos.
Candance Bushnell era en la vida real editora jefa de Vogue. Hace que su personaje Carrie Bradshaw tome Dry Martinis en lo que considera "la Meca del glamour", la editorial de Vogue en Nueva York. En su primer día de trabajo, y casi en ayunas, es invitada a tomar Drys. Frustrada porque la redactora jefa le exige que sea "menos Carrie Bradshaw y más Vogue", los martinis sirven como catalizadores para que exprese su fragilidad y su vulnerabilidad al no ser valorada como cree merecerlo. En este caso los Martinis transforman a Carrie para que sea más Carrie que nunca, para que, en la "Meca" del glamour, pueda ser ella misma.



Hemos comenzado con unos Martinis "very dry" preparados por aristócratas en un pent-house de Manhattan para terminar con unos Martinis bebidos por una trabajadora en las oficinas de una editorial. En el medio han transcurrido 100 años y lo que podríamos llamar la globalización del cocktail. Cabe ahora la posibilidad de preguntarnos ¿Cuál es ese contenido, esa aportación del dry martini a nuestras vidas para que se haya vuelto tan presente, constante, sofisticadamente imprescindible? ¿Por qué, como se pregunta Buñuel, ocupa un lugar primordial en nuestras vidas? Creo, pero esta es una opinión personal, que se trata de fantasía. No la Fantasía de Walt Disney sino la fantasía que el Dry Martini puede aportar a nuestra existencia. Bebiendo un dry podemos ser, según queramos, un millonario en Manhattan, un actor de Hollywood, James Bond, Bette Davis, Cary Grant, Don Draper, Carrie Bradshaw, un detective seductor, un burgués pretencioso, un chófer o una redactora fashion. Pero sobre todo, y por un momento, también podemos ser nosotros mismos.

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